El matrimonio es el encuentro con Dios desde el amor de dos personas que quieren hacer un proyecto de vida común y formar una familia. Un íntima comunidad de vida y amor bendecida por Dios a través de la Iglesia. Para un cristiano ese amor de la pareja es signo de dos cosas:
- El amor de Dios a los hombres.
- El amor de Jesús a su Iglesia.
Por tanto, el amor conyugal es siempre semejante al amor de Dios: libre, fiel, total, permanente y fecundo, un amor que es siempre una meta a alcanzar. Hay que aprender en continuo proceso de perfección y superación. Hay que ir realizando el sacramento día a día. No es algo que se agote el día de la boda: es exigencia de entrega renovada cada día.
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